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Textos y otros

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Julio 2004
LIGHT LOVE
José Luis Serzo
LIGHT LOVE. POÉTICAS Y AMORES LETALES.
Una de las cualidades de la naturaleza es su capacidad de crear situaciones sublimes para el ser humano que las contempla. Un volcán, un huracán, una tormenta, un terremoto…, aquellos fenómenos que superan toda convención y asimilación en nuestra escala de valores, son los que el arte, de alguna u otra forma, ha intentado imitar y aprender. Hoy gracias a que en muchos ámbitos el arte se ha podido equiparar a los todopoderosos mass-media (en cuanto a su producción, método y efecto), se puede disfrutar un interesante fenómeno de estudio sociológico y artístico, donde el morbo funciona como un dispositivo emocional capaz de aproximarnos a tal término y sentimiento romántico.

Pero de lo que aquí me ocupo se dirige a otro tipo de obras que no necesitan de una megaproducción ni de unos elementos o recursos de método barato para causar este morbo y pseudo-efecto sublime propio de la sociedad del espectáculo. La obra de Paco Mesa quizá no sea tan accesible e impactante para insertarse en este fenómeno socio-cultural, pero si es capaz de generar un discurso íntimo, personal y poderoso para acercarnos a una verdadera y exquisita emoción sublime, fruto de un proceso inteligente, sensible y muy hábil.

El espacio de la Galería Blanca Soto se convierte con la intervención de Paco Mesa en un contenedor de energía. Energía generada por unas obras que fusionan valores de dualidad, polaridad y contraste. Mesa resuelve con pies de plomo y cabeza encendida una obra postminimalista y lo que podría llamarse neo-povera que transfiere una poética agresiva muy consciente donde la atracción y el rechazo se suceden rítmicamente por las cuatro piezas que configuran la exposición LIGHT LOVE.

En primer lugar nos encontramos con la tarjeta de invitación para la exposición, la cual funciona como obra de la misma, llamada «calor doméstico», mostrando una intervención que Paco Mesa ideó para una galería de Milán y que ahora utiliza como introducción para las otras tres obras de la muestra en Madrid. En ella se observa un muro de hormigón («contra el que estrellar la cabeza» en palabras de Mesa), transformando la galería (de Milán) en un sitio impenetrable, un horno, un bunker. Por una pequeña ventana prorrumpe una fuerte luz blanca y cegadora.

Primer asalto, primer tira y afloja, primer caramelo envenenado que nos ofrece el artista. Una puerta tapiada, una entrada cerrada, una luz de esperanza que puede dejarnos ciegos, una obra como invitación, una invitación (a ningún sitio?) como obra, un equivoco, un desfase, un error.

El siguiente asalto lo encontramos en una gran fotografía. Esta mantiene y contiene los ingredientes agridulces necesarios para continuar la rítmica de atracción-rechazo. Un paisaje vaporoso, acuático, suave y profundo, corrompido por dos boyas de color amarillo y negro (conjunción de colores que causa mayor contraste, en la naturaleza podemos disfrutarlo en animales peligrosos), como dos avispas que nos advierten del campo eléctrico que se encuentra entre ambas. Las boyas producen un sutil desequilibrio producido por un paralelismo imperfecto, una simetría descentrada y una leve inclinación.

Sigamos.

El tercer asalto lo encontramos en una doble proyección de un mismo video con un desfase de tan solo un segundo, el/los video/s muestra/n el interior de una caseta en obras-ruinas que es hostigada por unos proyectiles esféricos lanzados desde el exterior, abriendo progresivamente un agujero-lucernario en el tejado. Cada proyectil rompe el tejado y trae consigo luz, al tiempo que acumula en el suelo escombros, ruinas, residuo pesado. El estruendoso ruido que provocan estos proyectiles al romper el tejado, es similar al de una tormenta, pero al contrario que esta, el sonido amenazador se torna violencia realizada. La mente se libera de lo material para ser autónoma, el alma se eleva sin necesidad del cuerpo físico. Presenciamos un derrumbamiento al tiempo que una creación, una apertura, una traslación, una crisis, una catarsis, una muerte que da paso a una nueva vida.

Y finalmente el cuarto y último asalto de esta exposición lo encontramos en la más rotunda, poética y sugerente obra que resuelve magistralmente el título de la exposición LIGHT LOVE. Dos toboganes electrificados unidos por una guirnalda de luces rojas. Dos elementos-amantes que nos invitan a deslizarnos por aquellos recuerdos de la infancia, donde disfrutábamos controladamente de una caída vertiginosa. Dos juguetes-amantes convertidos en armas letales de alto voltaje. Dos elementos-amantes unidos por una luz intensamente cálida que los sitúa en un perpetuo paralelismo. Un amor verdadero? o quizá según el refrán, sí idóneo, pues como bien dice: el verdadero amor es aquel en el que los amantes no se miran el uno al otro, sino en la misma dirección.
José Luis Serzo